El aspecto general es el de un perro agradable y elegante, lo que se pone aún más en evidencia por su andar desenvuelto y ágil. Muy importante es el tamaño que, en conjunto, no debe superar el máximo permitido por el estándar (machos, 39,7 cm.; hembras, 36,8 cm.), bajo pena de descalificación del ejemplar. La cabeza, muy modelada, tiene el hocico ancho y profundo, con una dentadura robusta que se cierra a tijera. Los labios dan al hocico la necesaria cuadratura. El cráneo es redondeado, y las orejas -sin lugar a dudas la característica más vistosa de esta raza, y que ha influido más que ninguna otra en que se siga manteniendo como raza de compañía- son de buena inserción, muy largas y adornadas con unos flecos ondulados. Los ojos son redondos, con el iris de color que concuerda con el de la capa y con una expresión vivaz, atenta y franca. El tronco tiene el dorso fuerte que desciende de la cruz a la unión de la cola, con una línea oblicua, y cuya longitud debe ser lo más cercana posible a la alzada a la cruz. La caja torácica es amplia, caída y profunda. Las extremidades inferiores están perfectamente aplomadas, con osamenta robusta y buena musculatura. Los pies son redondos, bien compactos, con almohadillas plantares muy duras. La cola debe agitarse cuando el perro se mueve.